miércoles, 22 de febrero de 2012

Ese miedete que te tira p'atrás...

Es la ocasión.
¿Quién lo te lo va negar?
Se va a ir volando,
y, cuando intentes cogerlo, se va a ir volando.

Y no es el viento quién se lleva la  mágia.
Pues se la lleva el miedo.
Miedo de romper, 
miedo a perder lo que ya es tuyo.

Y no vas a decir lo que te asusta,
ni lo que quieres, ni lo que ansías, 
ni cuenta fuerza pones en ello,
ni que te está comiendo por dentro.

No lo dirás, no.
Pues ahora todo es perfecto,
ahora todo encaja,
ahora es cuando, pero, ahora, puedes perderlo todo.

(A.Moreno, rescatado de una vieja libreta)

jueves, 9 de febrero de 2012

Aprendiendo a perder...

Nos gusta volar solos. Es más, hacemos lo posible para conseguirlo.
Desde que nacemos nos enseñan a ser independientes; te sueltan la mano para que andes solo y, desde ese precioso momento, todo cambia.
Si, empiezas a formar tu camino. Un pasito mas y ya lo tiene. Ya tenemos las alas.
Pero, ¿Qué ocurre cuando hay que tomar decisiones? Nos comprometen, nos meten en un aprieto y empieza a faltar el aire.
Si o no... Todo o nada... Blanco o negro... Tú o yo... Y nos ahogamos.
Es como caer a un rio. Puedes mover los brazos y los pies y salir a flote o puedes dejarte hundir. La segunda opción es la menos recomendable.
Si lo que has decidido es nadar, vivir, de ahora en adelante va a ser algo más difícil. Vas a tener que caminar con las consecuencias de tu decisión.
Esa decisión, mas acertada o menos, pero ahí está y hay que apechugar con ello.

Ahora bien, ¿Qué pasa si lo que quieres es nadar, salir de ese rio, decidir, pero resulta que no sabes? De pequeño te enseñaron a andar pero ¿y a nadar?.
¿Quién nos enseña a tomar decisiones? ¿Las circuntancias? Cada momento, cada milisegundo de nuestra vida, nos enseña a decidir.
Y es como cualquier fuente de conocimiento: puedes adoptarlo o no. Puedes aprender a ser valiente o puedes quedarte como estás.

Y ahora es cuando necesitas algo que, hasta el mas orgulloso, hasta la persona más independiente, va a necesitar alguna vez en su vida... una mano.
EL rescate. Esa mano que te va a sacar del agua y va a impedir que te ahogues. Que te va a dar consejos y que te va a volver a marcar el camino correcto.
Es verdad que no todos necesitan una mano para andar. Pero la gente que si que la nececitamos, es muy gratificante encontrarla.

Tenemos miedo. ¿Quién no tiene miedo? Puede que sea a las alturas, miedo a las arañas, miedo a que nos rompan el corazón, miedo a una negativa... miedo.
Y no siempre somos capaces de reconocerlo, pero ahí está y se manifiesta de un momento a otro.
El miedo a tomar decisiones. Si o no... Todo o nada... Blanco o negro... Tú o yo... Y nos ahogamos. Y ahora si que es importante salir del agua.
Desechar el miedo, cojer impulso y salir a la superficie. ¡Qué difícil!

Y en ese momento de desesperación, levantas la cabeza y entre las burbujar ves aquello que pensabas que nunca llegaria: una manita.
Se unde en el agua que te ahoga para sacarte lo antes posible pero te niegas. ¿Tú? ¿Ayuda? ¡Bah! Pero si si, te hace falta, y mucha.
Entonces te das cuenta que, todo aquello que te calentaba la cabeza, que te oprimia el pecho... que te ahogaba, podrias haberlo solucionado solamente con pedir ayuda...con hablar.

Pues si. Ahora ya lo se. Y lo se, no porqué me lo han contado, sino porqué me lo han hecho saber.
A veces hay que dejar el orgullo y el silencio a un lado y hablar, expresarse y aceptar los consejos de los demás.
Yo lo he hecho, si. Y esa mano, con nombre y apellidos, me ha enseñado que no todo es de color de rosa. Que no siempre se gana.... que existe un NO, y hay que saber usarlo.
Y ahora lo veo como un poder. Esa palabra que tanto me asustaba, ahora es como un poder, un don que tenemos para poder mejorar (o empeorar) las cosas.
Y bueno, lo he usado. Y claro, como no, los resultados no han sido los esperados... Esta vez tampoco he salido ganando...

Pero no importa, ahora ya se dos cosas: una, que "No", no es tan oscuro, y dos, que se que si levanto la vista, hay una mano que me quiere ayudar a salir del rio...

(A.Moreno, 9-2-12, Gracias)

sábado, 4 de febrero de 2012

Los mil pedacitos que volaban.

Pues tampoco habia puesto el listón tan alto, se decia mientras miraba su foto colgada en la nevera. ¿Qué habia hecho mal? ¿Qué se le estaba escapando de las manos? Pensaba mientras se las miraba y recordaba las suyas. Porque las recordaba muy bien: esas manos suaves y inquietas que no le acariciaron pero, aun así, le han hecho estremecerse.

¿Qué estaba haciendo mal? Le repetia su cabeza mientras se tomaba el café de las 7. Y el de las 9, el de media tarde y junto a la infusión de la cena.
Y lo que mas rabia le daba era que lo habia intentado. Que si que habia puesto de su parte... Y ese era el problma, que solo estaba su parte.

Se lo esperaba igualito. Lo sabia. Era como un presentimiento. Sabia que solamente estaria su parte, que se haria en mil pedacitos y las palabras se las llevaria el viento.
Ahora se preguntaba porqué. Y porqué le habia mentido.
Lo pensaba friamente y si, le habia mentido. Le dijo que nunca habia deseado aquello, que le desconcertaba y que se podia recuperar el tiempo perdido. Le mintió. Nada de eso ocurrió jamás ni vista de que suceda nunca.
Que coraje, mientras apretaba las manos mirando la foto del frigorífico.
Pero ya está... Ahora ya lo sabe y sabe demasiado. Sabe tanto que por un momento le gustaria borrarlo todo y descansar la mente... Aun que sean solo 5 segundos. 5 segundos de paz necesarios para estabilizarse.... Y dejar de mirar aquella foto.

Ahora ya sabe que las cosas, la gente, las palabras, tienen la importancia que cada uno quiera darles. Y sus preocupaciones no eran, para nada, afines.
Pero aun así, tampoco queria preocuparle. Se queria hacer creer cuando se daba cuenta que poco habia hecho para hacerlo. Igual estaba ahí el problema, que mientras siguiera con el voto de silencio, sabia cierto que nada iba a cambiar.

Nada iba a cambiar. Nada iba a cambiar. Nada iba a... Tirón a la foto y mil pedazos con ella. Pisó el pedal del cubo de la basura y allí que intentó meter todos aquellos recuerdos. Aun estaban cayendo aquellos trocitos de papel y ya le echaba de menos. Veia volatilizarse una gran parte de su pasado. ¡Joder!. Patada al cubo, se sentó en el suelo, se abrazó las rodillas y solo le pedia al mundo que saliese de sus adentros. Sal de mi. Sal de mi. Sal de... Y ahora recordaba aquellos puñetazos en la pared de su apartamento. Que los materializó en ese momento. 3 puñetazos en la pared, no sabia porqué 3 pero así era.

...y 3, no, 3000 años sabia lo que iba a costarle. Lo que iba a costarle recuperar aquella foto...

(A.Moreno. 4-02-12... Que no cunda la cordura)